EL ROL DE LA ENFERMERA EN EL MANEJO NO FARMACOLÓGICO DEL DOLOR PEDIÁTRICO: ESTRATEGIAS LÚDICAS Y HUMANIZACIÓN
Palabras clave:
Dolor Pediátrico, Evaluación del Dolor, Intervenciones no Farmacológicas, Humanización Hospitalaria, Confort InfantilResumen
El dolor pediátrico es un fenómeno complejo, influenciado por factores fisiológicos, emocionales y socioculturales, y sigue siendo infravalorado en diversos entornos sanitarios. Este estudio tuvo como objetivo analizar la evidencia científica sobre la evaluación del dolor en niños, las estrategias de humanización hospitalaria y las intervenciones no farmacológicas utilizadas en el manejo del dolor pediátrico. Se trata de una revisión bibliográfica integradora, realizada en las bases de datos SciELO, BVS y PePSIC entre septiembre y octubre de 2025, utilizando descriptores controlados en portugués e inglés. Se incluyeron artículos originales publicados entre 1993 y 2025, que involucraron a niños de 0 a 12 años en entornos hospitalarios o ambulatorios. Tras aplicar los criterios de elegibilidad, 20 estudios constituyeron la muestra final. Los resultados indican que la evaluación del dolor debe considerar la etapa de desarrollo infantil, destacando las escalas conductuales para neonatos (PIPP, N-PASS, COMFORT) y herramientas como FLACC, FPS-R y Wong-Baker para niños preverbales y mayores. Las intervenciones no farmacológicas han demostrado una eficacia significativa, en particular el uso de sacarosa y succión no nutritiva en neonatos, así como la distracción audiovisual, la narración de cuentos, la respiración guiada y los dispositivos de desensibilización (como Buzzy® y Pikluc®) en niños mayores. La humanización del entorno hospitalario, incluyendo salas de juego, terapia de juego, apoyo psicológico y participación familiar activa, ha demostrado contribuir a reducir la ansiedad, mejorar la adaptación y fortalecer el vínculo terapéutico. Se concluye que el manejo del dolor pediátrico requiere un enfoque multidisciplinario, sistemático y centrado en el niño, que integre una evaluación adecuada, intervenciones no farmacológicas y prácticas de humanización. La incorporación de estas estrategias en los protocolos institucionales puede mejorar la calidad de la atención, reducir las experiencias traumáticas y promover una mayor comodidad y seguridad para el niño y su familia.
DOI: https://doi.org/10.56238/edimpacto2025.078-001