ENTRENAMIENTO FUNCIONAL Y CALIDAD DE VIDA EN ADULTOS CON UN ESTILO DE VIDA SEDENTARIO

Resumen

El sedentarismo es reconocido mundialmente como un factor de riesgo crítico para diversas enfermedades crónicas no transmisibles, incluyendo la obesidad, la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y la depresión. En las últimas décadas, con el avance de la tecnología y el aumento de la urbanización, el número de adultos con un estilo de vida sedentario ha crecido exponencialmente. Paralelamente, se ha observado una preocupante disminución en los niveles de bienestar físico, emocional y social de esta población. Ante este escenario, el entrenamiento funcional surge como una propuesta innovadora y eficaz, ya que trabaja con patrones de movimiento naturales del cuerpo, como empujar, tirar, agacharse, girar, entre otros, promoviendo mejoras no solo en fuerza y resistencia, sino también en equilibrio, coordinación motora, postura y flexibilidad.

Este estudio tuvo como objetivo investigar los impactos del entrenamiento funcional en la calidad de vida de adultos con antecedentes de sedentarismo, evaluando dimensiones físicas, psicológicas y sociales. La investigación se realizó con 30 adultos, de entre 30 y 55 años, participantes de un programa de entrenamiento funcional con una duración de 12 semanas. Se aplicaron instrumentos cuantitativos (como el cuestionario WHOQOL-BREF) y medidas antropométricas, además de registros cualitativos sobre la percepción de los participantes respecto a los cambios experimentados a lo largo del proceso.

Los resultados revelaron mejoras significativas en varios dominios de la calidad de vida. En el aspecto físico, se observó una reducción en el porcentaje de grasa corporal, una mejora en el acondicionamiento cardiorrespiratorio y un aumento de la fuerza muscular. Psicológicamente, los participantes informaron mayor autoestima, reducción de los síntomas de ansiedad y una mejor regulación emocional. Desde el punto de vista social, se observó una mejora en las relaciones interpersonales y un aumento en la participación en actividades colectivas fuera del entorno del entrenamiento. Estos hallazgos sugieren que el entrenamiento funcional, cuando está bien estructurado y acompañado por profesionales calificados, puede representar una herramienta poderosa para la promoción de la salud integral, especialmente en contextos de vida moderna marcados por altos niveles de sedentarismo y estrés.

Más allá de los efectos medibles, un dato particularmente interesante fue el relato espontáneo de algunos participantes sobre el redescubrimiento del placer por el movimiento. Muchos afirmaron que, tras años sin practicar actividad física, lograron incorporar el ejercicio a su rutina de manera natural y placentera, lo que refuerza la idea de que la adhesión a un estilo de vida más activo puede ser facilitada por metodologías que respeten los límites individuales y favorezcan la autonomía del practicante.

La discusión de los resultados apunta a la necesidad de políticas públicas que fomenten programas de entrenamiento funcional en espacios accesibles para la población, especialmente en centros urbanos donde el sedentarismo es más prevalente. Se recomienda además que futuras investigaciones amplíen la muestra, consideren diferentes grupos etarios y exploren el impacto de variables como la alimentación, el sueño y el apoyo social, con el fin de construir un panorama más completo sobre los efectos del entrenamiento funcional en la salud global de adultos sedentarios.

Concluimos que el entrenamiento funcional no debe verse solamente como una alternativa al ejercicio tradicional, sino como un enfoque integrado, capaz de transformar significativamente la calidad de vida de las personas sedentarias. Su naturaleza dinámica, adaptable y multidisciplinaria lo hace especialmente eficaz para promover cambios reales, sostenibles y motivadores en el estilo de vida de los practicantes.