ENFOQUE HUMANIZADO EN PACIENTES CON ENFERMEDADES CRÓNICAS: LA REALIDAD DE LA MEDICINA GENERAL EN REGIONES DE BAJOS INGRESOS
DOI:
https://doi.org/10.56238/arev7n7-111Palabras clave:
Diabetes mellitus tipo 2, Enfoque humanizado, Atención primaria de salud, Medicina general, Desigualdad social, Enfermedad crónicaResumen
Las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), como la diabetes mellitus tipo 2, representan uno de los mayores desafíos para los sistemas de salud pública, especialmente en contextos de vulnerabilidad social. En regiones de bajos ingresos, la atención a estos pacientes no puede limitarse al control clínico de la enfermedad; es fundamental considerar los determinantes sociales que influyen directamente en la adherencia al tratamiento, el acceso a los servicios de salud y la calidad de vida. En este escenario, el enfoque humanizado se convierte en una herramienta indispensable para la práctica de la medicina general, especialmente en la atención primaria de salud.
El concepto de humanización en el cuidado va más allá de la cordialidad: implica una escucha calificada, el respeto a la individualidad del paciente y la construcción de un vínculo terapéutico que fortalezca la confianza mutua y fomente la autonomía en el autocuidado. Sin embargo, diversos obstáculos aún limitan la consolidación de esta práctica en los servicios públicos de salud, como la sobrecarga de profesionales, la alta demanda, la escasez de recursos materiales y humanos, y la fragmentación del cuidado.
Este artículo tiene como objetivo analizar la importancia del enfoque humanizado en el manejo de la diabetes tipo 2 en regiones de bajos ingresos, destacando el papel del médico generalista como figura central en este proceso. La discusión se basa en evidencias de la literatura científica y en relatos de experiencias de campo, buscando comprender cómo la empatía, la acogida y el conocimiento del contexto sociocultural del paciente pueden influir positivamente en los resultados terapéuticos. A partir de este análisis, se defiende que la humanización, incluso ante limitaciones estructurales, puede aplicarse de forma efectiva y ética, contribuyendo a una atención más integral, accesible y centrada en la persona.
