EDUCACIÓN, CORPOREIDAD Y FORMACIÓN INTEGRAL: UNA APROXIMACIÓN INTERDISCIPLINAR A LA RELACIÓN ENTRE CUERPO, APRENDIZAJE Y EVALUACIÓN
DOI:
https://doi.org/10.56238/arev7n7-169Palabras clave:
Corporalidad, Educación Integral, Aprendizaje Significativo, Evaluación Formativa, InterdisciplinariedadResumen
Este trabajo propone una reflexión sobre la relación entre corporeidad, aprendizaje y evaluación en el proceso educativo, a partir de un enfoque interdisciplinario orientado a la formación integral del sujeto. La educación tradicional, muchas veces centrada en la racionalidad y en el rendimiento cognitivo, tiende a descuidar el cuerpo como dimensión constitutiva del ser y agente activo en el proceso de aprendizaje. Esto justifica la necesidad de una resignificación de las prácticas educativas, en las que el cuerpo sea entendido no sólo como instrumento, sino como sujeto de la experiencia pedagógica. El objetivo es discutir cómo las prácticas pedagógicas que valoran la corporalidad pueden contribuir a una educación más sensible, crítica e integral, articulando saberes de la educación, la psicología, la filosofía y las ciencias del cuerpo. La metodología se basa en una revisión bibliográfica sistemática, destacando autores como Merleau-Ponty (1994), con su fenomenología de la percepción; Freire (1996), enfatizando el diálogo y el cuerpo como espacio de conocimiento; Vygotsky (1984), abordando la mediación y la construcción social del aprendizaje; y Larrosa (2002), con sus reflexiones sobre la experiencia y la subjetividad en la educación. Los resultados apuntan a la importancia de prácticas pedagógicas que integren movimiento, percepción, emoción y lenguaje, promoviendo un aprendizaje significativo y contextualizado. La evaluación, desde esta perspectiva, se entiende como un proceso continuo, dialógico y formativo que reconoce las múltiples expresiones del aprendizaje, superando visiones reduccionistas centradas en las pruebas estandarizadas y el rendimiento escolar. Como aporte social y educativo, se destaca la urgencia de repensar los currículos y la formación docente, incluyendo prácticas interdisciplinarias que valoren el cuerpo y sus potencias en la construcción del conocimiento, promoviendo una educación más inclusiva, equitativa y humanizadora.
