CALIDAD DE VIDA E HISTORIA DE LAS PANDEMIAS: COMPARACIONES ENTRE LA GRIPE DE 1918 Y LA COVID-19 EN LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
DOI:
https://doi.org/10.56238/arev7n6-221Palabras clave:
Pandemias, Calidad de vida, Políticas públicas, Gripe Española, COVID-19, Desigualdad socialResumen
Este artículo propone un análisis comparativo entre dos de las pandemias más significativas de la historia contemporánea: la Gripe Española de 1918 y la pandemia de COVID-19, con énfasis en sus efectos sobre la calidad de vida y en la formulación de políticas públicas de salud. La investigación parte del entendimiento de que los eventos pandémicos no se limitan a crisis sanitarias, sino que constituyen fenómenos sociales complejos que exponen y, muchas veces, amplifican desigualdades preexistentes.
En el caso de la Gripe de 1918, se observa una respuesta institucional aún incipiente, marcada por la precariedad de los sistemas de salud, la escasez de recursos médicos y la escasa articulación gubernamental. La ausencia de vacunas, de protocolos sanitarios consolidados y de una comunicación eficaz con la población contribuyó al alto número de muertes y al deterioro de las condiciones de vida, especialmente entre los sectores más pobres.
La pandemia de COVID-19, en cambio, surgió en un contexto de importantes avances tecnológicos y científicos, y puso en evidencia otros problemas, como el papel de la desinformación, la fragilidad de algunos liderazgos políticos y la tensión entre los intereses económicos y el cuidado de la vida. A pesar del rápido desarrollo de vacunas y herramientas de monitoreo digital, el acceso desigual a los servicios de salud, a la información de calidad y a la protección social reveló que el progreso técnico, por sí solo, no garantiza justicia sanitaria.
Al trazar este paralelo histórico, el artículo sostiene que la calidad de vida durante las pandemias está directamente relacionada con la capacidad de formular políticas públicas eficaces, inclusivas y basadas en la ciencia. Además, se destaca el papel del Estado en la garantía de derechos básicos y en la mitigación de los efectos colaterales de las crisis sanitarias, como el desempleo, el duelo colectivo y el sufrimiento psicológico. Se concluye que comprender las lecciones del pasado es esencial para construir respuestas más humanas y resilientes en el presente y en el futuro.
